Hace unas semanas recibimos una consulta por parte de un veterinario sobre las posibilidades de tratar a un caballo con serios problemas en los pies. Unas fotografías y alguna radiografía que acompañaban a la consulta nos hizo interesarnos rápidamente por el caso. Y es que verdaderamente, el caballo tenia serios problemas en cada uno de sus pies, quizás el mas grave de todos, el herrador que lo estaba herrando hasta el momento. Personalmente, cuando me encuentro con negligencias tan graves como la que hoy nos ocupa, es cuando mas echo de menos una regulación administrativa de la figura y la profesión del herrador.
Y no me vale que se me diga que el propietario tiene obligación de saber en que manos pone su caballo. El propietario no tiene porqué saber de herrajes hasta el punto de poder diferenciar si se hacen las cosas bien a su caballo, del mismo modo que no tenemos obligación de saber si reparan correctamente a nuestro coche. Simplemente nos fiamos del profesional y le pagamos sus servicios.
Volviendo a nuestro caballo, el veterinario ya avisó de muchos de sus problemas, pero se quedó bastante corto al enumerarlos. Cascos petrificados, talones extremadamente sobreelevados en los pies, topinicidad generalizada en los cuatro cascos, una mano con rotación de tejuelo a la altura de la articulación distal, ambas manos contraídas y petrificadas. Cojera general al paso, con negativa total a trotar. En fin, lo que se suele llamar "Un coche con las cuatro ruedas pinchadas y los amortiguadores rotos."